Toda esa futilidad previsible y repulsiva..

lunes, 4 de octubre de 2010

El amor te acerca a todo.

La vida es más que el alimento, la casa y la ropa, es más, la vida comienza cuando esas necesidades han sido cubiertas (no puedo escuchar a mi espíritu si no comí o en medio de la nieve sin abrigo), salvo que uno trabaje en lo que ama, que es lo aconsejable, entonces la búsqueda del alimento, la casa y la ropa es un placer más. Pero hay gente que se esclaviza, es decir se enferma, por buscar el lujo, que es de pésimo gusto como todo exceso (es de mal gusto todo lo que llame la atención).

El cuerpo necesita una morada y cuanto mas bella y confortable menos molestará al alma que nos guiará, que nos marcará el camino o nos iluminará a todos (el alma creció a Buda, no el ayuno; Jesús fue sabio por su espíritu, no por su austeridad, negarse a todo lo que hay es negarse a la totalidad, es decir a Dios, es decir a la vida). Lo espiritual, lo intelectual y lo físico deben trabajar juntos, si uno se queda atrás todo se desequilibra y el desequilibrio no nos permite alcanzar la plenitud.
La calidad de vida abarca todo, desde la buena mesa a la buena lectura, desde el Caribe al Metropólitan Museum, desde el Roll Royce al budismo Zen, desde Armani a Borges, por eso ningún hombre que se respete puede ser pobre (no puede ser bueno el que no se respeta, no puede amar a nadie el que no se ama).

El amor te acerca a todos, es decir enriquece a todos. Visto de otra manera, la Humanidad es una grandiosa empresa donde todos se benefician, principalmente los que comprenden que para vivir mejor hay que ser mejor, que el que mas siembra es el que mas cosecha, que el que mas busca es el que mas encuentra.

Si yo avanzo no estorbaré tu marcha, si tu creces tendré un compañero más, si yo soy feliz aumentaré tu felicidad, si te encargas de ti yo tendré mas tiempo para mí (me das cuando no me quitas, es decir que si quieres hacer algo ocúpate de ti).

La única injusticia es no hacerse cargo de uno mismo porque eso afecta a la totalidad de la que somos parte.

En resumen ni la pobreza ni la riqueza sino la inteligencia y el amor que nos acercan a todos, es decir que nos hacen ricos.

Acepta lo que pase... salvo que puedas cambiarlo.

Que no te deprima el fracaso ni te existe el éxito (las cosas pueden salir bien o mal ¿a qué viene la sorpresa...?).

Acepta tus errores, es más, puedes aprender de ellos y ¿por qué no puedes errar?

Debes aceptar, desde este momento que tu matrimonio puede fracasar, que tu hijo puede ser lo que no querías, que tus negocios salgan mal, y en esa aceptación, en esa amplitud, que es la mismísima realidad, también descubrirás que nadie es poca cosa, insignificante y débil, es decir que las cosas podrían haber sido diferente y es lo mismo.
También empieza a aceptar que no te engañaron, que tú te equivocaste, y eso no afecta en absoluto a los leones de la sabana ni a las estrellas del cielo.

Tampoco le fallaste a nadie (sucede lo que sucede, no lo que debería), libérate de la culpa y podrás avanzar, solo piensa que puedes ser mejor cada día.

Perdona y te perdonarás, entonces le darás una nueva oportunidad a cualquiera y cualquiera te la dará.

Ama a la gente por lo que es, no la odies porque no es lo que debería.

Vive de acuerdo a tus reglas pero respeta la de los demás (recuerda que si te haces cargo de ti no debes esperar ayuda de los demás, es un riego que vale la pena no correr, que la Naturaleza te exige).

No olvides que la vida, ante todo, es una gran oportunidad.

Respeta el dinero pero no lo ames, es bueno utilizarlo pero es malo que nos encadene.

El dinero nos acerca a muchas cosas pero fácilmente nos aleja de nosotros mismos, y eso es un suicidio.

El poder pudre, el exceso de poder mata.

El único gobierno saludable es el gobierno de uno mismo.

La alegría es el punto mas alto de la religión porque nada nos acerca tanto a Dios.

Dios está en todos pero no todos están en Dios, por eso se sienten vacíos.

Si eres de los que buscan a Dios, búscalo primero en el hombre, es decir en ti mismo, porque a partir de ese encuentro lo verás en todas las cosas.


Facundo Cabral.

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