Toda esa futilidad previsible y repulsiva..

jueves, 26 de noviembre de 2009

Brazos vacíos


Dos rayitas. Positivo. Estaba embarazada. No, no puede ser.

Un análisis de sangre. También positivo.No. Sólo tenía 18 años. Era muy joven. Cuando se lo dije al padre del futuro bebé, pasó lo que yo pensaba. Una lavada de manos con diplomacia. Con esa misma diplomacia que me enamoró tiempo atrás. "Te amo, pero no puedo meterme en esto". Solo eso me dijo, y se fue con su camioneta hacia algun lugar no reconocido.


Ahí me quedé yo, embarazada del que creía "el amor de mi vida", y resultó ser un canalla, cobarde. Yo lo creía mi sol y en realidad no era ni la sombra de la estrella más pequeña.

Allí estaba yo, la abanderada del colegio, la futura estudiante universitaria, la chica que tenia todas las posibilidades de triunfar...


Mis padres NO podían saberlo. Se escandalizarían, pues siempre fueron muy estrictos. Pero.. ¿como podría ocultar un embarazo?


Se me ocurrió la idea perfecta. Con ayuda de una amiga, les dije a mis padres que me había ganado una beca para estudiar inglés en un instituto reconocido de EEUU. La beca era por 6 meses (ya estaba en el 3ro de mi embarazo). Con un chamuyo meditado, conseguí el permiso y el dinero. Previamente había llamado al Ejército de Salvación de ese país y me reservaron una cama.

Estando allá, el tiempo transcurría mientras yo pensaba que hacer con el varoncito que estaba creciendo en mi vientre. No podía volver a casa con él y decirles "Ya ven, son abuelos".

El aborto no estaba en mis posibilidades, lo consideraba un asesinato. Me decidí por entregarlo en adopción.

Una semana después, ya había firmado los papeles y esa criatura que seguía creciendo dentro mío ya no me pertenecía.

Llegó el día, y un varoncito perfecto nació sin complicaciones, a las 21:30 hs. Le pedí a la enfermera que me deje verlo y accedió.

Al día siguiente, como estaba previsto, vendrían los padres adoptivos a llevárselo.


Durante toda la noche estuve despierta, tratando de organizar mi vida para hacer en ella un lugar para un cuerpito de 3,200 kg. También pensé el nombre.


A las 7:30 hs, Puntuales.. Asquerosamente puntuales, llegaron los dueños de mi hijo.

La enfermera me permitió llevar a la criatura hacia la planta baja. El ascensor descendía, y junto con él, también descendían mi amor propio, mi autoestima y aumentaba mi arrepentimiento.

Quise rehusarme a entregar a ese retoño que tenía mis gametas, parte de mis genes, mi sangre. "Ya es tarde" me dijo la enfermera. "Todo está listo".


Entregué a mi hijo con lágrimas en los ojos, lágrimas que los ahora padres de él no notaron, pues sólo se limitaron a arrancar de mis brazos al bebé, dar media vuelta e irse sin siquiera decir "Gracias, vamos a cuidarlo y quererlo mucho".

Mientras volvía al ascensor con mis brazos vacíos, recordé algo.

"Enfermeraaa!!!! dígales que se llama Benjamín.. Benjamín Ezequiel"

La enfermera miró por la ventana y la pareja ya estaba saliendo del hospital. "Ya es tarde", me dijo, "Otra vez es tarde" .


Llegó el momento de volver a casa. Felíz, o aparentemente feliz, pasé horas y horas relatando la belleza de New York, los teatros, los shoppings, las calles.. Inventaba, claro.

Lo único que conocí de esa ciudad fue la estación de omnibus y la plaza principal. Ambos lugares se veían desde la ventana de mi habitacion del Ejército.


Hoy, tiempo después, sigo pensando en Benjamín.

Obviamente, no se llama así, pero es el nombre que llevo en mis oraciones. A diario le ruego a Dios por él, que lo proteja y lo guarde.


Hoy, si me vuelve a pasar lo mismo que hace cinco años, reaccionaría MUY diferente. Tendría más coraje para enfrentar la realidad y menos cobardía para huir. Le pondría el pecho a las balas, seguiría caminando con la frente bien alta, para no quedar nuevamente con los brazos vacíos.

1 comentario:

  1. Me encanta como haces creer y compartir los sentimientos de los protagonistas.
    Seguiré colándome por estos lados.
    Saludos!

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